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Lectura – Efesios 6:5-9
En el trabajo, siempre habrá cierta tensión entre el empleado y el empleador. La enseñanza bíblica sobre el trabajo es, de cierto modo, simple. Primero, presenta una nueva dimensión para el empleado Cristiano. El no acepta a su empleador como si fuera la autoridad suprema, sino que recibe de Dios la orientación para su conducta. Su trabajo es un medio para servir a Jesús, para testimoniar en su Nombre. Por eso, dará lo mejor de sí mismo. Segundo, presenta una nueva dimensión para el empleador también. El patrón que conoce a Cristo tiene en su conciencia de que él es, ante todo, un siervo de Dios. Procede con sus empleados de la misma manera que el Señor procede con él. El amor dirige su administración. La explotación del trabajo de los demás, la remuneración indebida y el despotismo no toman parte en su gestión administrativa. Felices los que “libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” (Romanos 6:22) Dios requiere de nosotros, trabajadores y patrones, que seamos fieles siervos unos de los otros.

Ildefonso Torres