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Lectura de Hoy: Hebreos 10:22
Un corazón puro es aquel que está libre de codicia, de maldad, de engaño. Un corazón puro trae como resultado, limpieza de manos. El uno simboliza las intenciones de nuestra mente y el otro nuestras acciones. Ambos señalan a una vida irreprensible y sincera, donde la falsedad y el engaño no tienen lugar. De gente así está formada la generación de aquellos que buscan a Dios y tienen acceso a su presencia. De ahí que precisamos de la misericordia y la gracia de Cristo, en quien, por la fe, “son purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.”
¿Será que la limpieza interior se refleja exteriormente? ¿Será que el aspecto moral de esta limpieza se refleja en el aspecto material? No debemos ser dogmáticos, pero el hijo de Dios, que es limpio por dentro, será también limpio por fuera, y esto tiene que ver con nuestra sinceridad. Si con amor buscamos el interés de los demás, ¿por qué llenamos de basura nuestras calles y avenidas, contaminamos el aire, los ríos y todo lo demás?
Una de las diferencias substanciales que notan los que viajan de un país desarrollado a uno subdesarrollado es la suciedad y la basura que se encuentran por doquier. Dios, que tanto nos ama, nos hace limpios por dentro y por fuera a fin de reflejar nuestra pureza en el ambiente en que vivimos.
Ildefonso Torres