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Lectura de hoy: Deuteronomio 31:8
Si la soledad toca hoy su puerta, por favor, no la deje entrar. Cierre bien la puerta, y las ventanas también, utilice candados y todos los cerrojos habidos y por haber, pues la soledad no es buena compañera. La soledad es melancólica y pesimista, vive siempre quejándose.
A veces pienso que la soledad es igual a una enfermedad, un parásito que nos viene a debilitar, a extraer toda nuestra vitalidad, nuestro entusiasmo, nuestra fe. La soledad nos mata poco a poco.
Si la soledad toca hoy a su puerta, por favor no la deje entrar. Cierre bien la puerta, y las ventanas también. Abra su vida y su corazón a Dios. Deje que Dios llene el vacío de su corazón. Si tiene a Dios en su corazón, la soledad se marchara.
Dios es la fuente del perdón, de la alegra y de la vida; y la soledad detesta estas cosas. Si la soledad toca hoy su puerta, venza el egoísmo y salga de la situación en que se encuentra; mejor aún, salga de su casa y deje atrás la soledad. Visite a sus vecinos, a sus amigos; ellos necesitan de su amor, de su ternura. Observe las flores junto al camino; contemple el cielo; pare y vea a los niños jugando; respire la vida que hay en su derredor.
¡Si la soledad toca hoy a su puerta, salga de sí mismo y viva! ¡Ella no lo incomodara de nuevo!
Ildefonso Torres