Lectura de Hoy: Mateo 6:25-34
Me siento un poco incómodo con las palabras de aquella canción que dice: “Mi destino será el que Dios quiere”, porque ese dios mencionado en la música puede no ser el mismo Dios en que yo creo. Después de hablar de horóscopos, suertes, bolas de cristal, etc., concluir que “mi destino será el que Dios quiere”, da la impresión de un Dios impersonal, o una especie de fatalismo del destino.

No existe el fatalismo del destino. Usted es un ser creado a la imagen de Dios y Dios es soberano, en control de todo lo que pasa y lo que pasará. Sin embargo usted piensa, obra, escoge, toma decisiones, y todo esto cambia sustancialmente su propia vida, su destino, su futuro. Esto significa que aunque Dios es soberano usted y yo somos responsables por nuestras vidas, nuestras decisiones y nuestro futuro. No podemos, de repente, abandonarlo todo y decir: tenía que suceder, ya estaba escrito. Dos líneas paralelas que no se pueden cruzar, la responsabilidad humana y la soberanía de Dios.

No podernos dar paso a los deseos egoístas de nuestro corazón y esperar que el futuro no sea incierto. En ese caso, no ganamos nada con culparnos o con culpar a Dios. Lo que debemos hacer es buscar a Dios de corazón y seguir, aunque nos desagrade, los principios y la dirección de él. Si esto hacemos, podremos vivir intensamente todos los días, dejando el mañana en las manos de Dios.

Ildefonso Torres