Lectura de Hoy: Malaquías 2:14–15; Mateo 19:6
Quien está casado sabe muy bien que la frase: “Felices para siempre” no se refleja totalmente en la realidad. Los problemas, las crisis, surgen siempre en la vida de los cónyuges. Y para algunos permanece apenas como el sueño de una relación agradable, no formal, que trabaja con alegría y consuelo.

Hay días difíciles en el matrimonio. Nadie puede negarlo. Hay momentos llenos de conflictos y problemas. Momentos en que, en el fondo, pensamos que sería mejor acabarlo todo. En tales momentos, predominan las emociones fuertes, los sentimientos de angustia y de rabia. Pero recuerde que hay algo en su vida mucho más grande que los sentimientos y más profundo que las tristezas. Son los votos sagrados del matrimonio. Compromisos que usted asumió delante de testigos y delante de Dios. Y Dios mismo le va a ayudar a cumplir su palabra: “Promete amarlo, serle fiel en todo, en la salud o en el dolor, en la alegría o en la tristeza, hasta que la muerte nos separe.”

Esos compromisos necesitan ser afirmados, de tiempo en tiempo, a través de palabras y acciones. Esta será una base firme para la solución de los problemas y para recobrar la alegría, la paz y la satisfacción entre marido y mujer.

Ildefonso Torres