Lectura de Hoy: Juan 20:26-28
La resurrección de Cristo era un hecho increíble para sus discípulos. Ellos lo vieron clavado en la cruz, amarrado de pies y manos; vieron la lanza del soldado penetrar su cuerpo; y presenciaron su entierro.

Tomas expresó su incredulidad en la primera aparición de Cristo y, cuando oyó los relatos, afirmó que solo creería si viera las marcas de los clavos y pusiera su mano en el costado de Jesús. Entonces Jesús aparece nuevamente y lo desafía a poner su dedo en las heridas de sus manos y de su costado. “No seas incrédulo”, le dijo, “sino creyente”.

Podemos tener dudas con respecto a muchas cosas, pero hay un hecho histórico sobre el cual no podemos tener duda alguna: es el hecho de la resurrección de Jesús. Fue un milagro, pero no hay dudas de que aconteció; y si creemos en ese hecho, recibiremos la vida eterna. Tomas, por fin, creyó; y emocionado afirmo: “¡Señor mío, y Dios mío!”

Jesús requiere lo mismo de nosotros: “…bienaventurado los que no vieron, y creyeron.” Por la fe, viviremos eternamente en la presencia del Señor resucitado.

Ildefonso Torres