Lectura de Hoy: Mateo 11:28
Para mucha gente, descansar y disfrutar de la vida es casi un pecado. “El trabajo dignifica al hombre”, dicen. Por eso trabajan, trabajan, trabajan. Vivimos en una generación de personas que rinden culto al trabajo, y trabajan hasta en las horas que debían ser dedicadas al descanso.

Cierto día, una pequeña interrumpió a su padre con estas palabras: “Papa, quiero decirte una cosa, pero te la voy a decir rápido”. Percibiendo la frustración de la niña, el padre respondió: “Puedes hablar, querida, y no necesitas hablar de prisa. Habla despacio.” La respuesta de la pequeña, entonces, no se hizo esperar: “¡Despacio, papa! ¿Estás seguro?”

Una de las razones para que descansemos es esta: el descanso nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la bondad y el amor de Dios. Un amigo, en medio de muchos compromisos que él consideraba inaplazables, tuvo un principio de infarto; fue socorrido, pero tuvo que permanecer en reposo por dos semanas. En ese período, el afirmó: “Tuve tiempo para reflexionar sobre la vida y sobre Dios”.

No espere que una dolencia lo envié a la cama de un hospital para pensar en la vida, en la muerte y en Dios. Viva su vida con tranquilidad y haga tiempo para descansar. Y en el tiempo de descanso, recuérdese del amor y la bondad de Dios en su vida.

Ildefonso Torres