Lectura de Hoy: Romans 12:15 – RVR1960
¡Los hombres no lloran, eso es de mujeres! Esta expresión aunque muy común, no es correcta. Todos lloramos y es muy bueno llorar en ocasiones. Lloramos por fuera y lloramos por dentro. Es mejor cuando los sollozos y las lágrimas brotan de nuestro pecho y de nuestros ojos, pues así encontramos un poco de alivio.

Lloramos por nuestras angustias y por las angustias de los demás, pues la Biblia nos enseña a: “Llorar con los que lloran”.

“Llorar con los que lloran” es una actitud de amor. Es cuando el dolor y el sufrimiento de otra persona pasan a ser mi dolor y mi sufrimiento.

Nuestro prójimo sufre y siente angustia cuando pierde a un ser querido; sufre cuando pasa por una crisis financiera o familiar. Nuestro prójimo sufre también cuando comete alguna falta de orden moral. En una situación así, es más fácil acusar que respaldar. Es más fácil abandonar a la persona que identificarse con ella.

Debemos respaldar en todo momento; aunque nuestra tendencia sea a abandonar a la persona a su propio infortunio.

“Llorar con los que lloran” es identificarnos con los sentimientos del que sufre. Esto nos convierte en hermanos. La Biblia nos dice que debemos amar a nuestros amigos en todo momento y que debemos ser como hermanos en los tiempos de angustia.

Ildefonso Torres