Lectura de Hoy: Juan 16:32 Version RVR1960
Sentado en un banco del jardín, estaba un viejo: soñoliento, triste y solitario. Le afectaba la soledad que los días suelen traer a las personas de edad avanzada.

La soledad se siente a veces en medio de mucha gente, en las grandes ciudades, entre personas desconocidas que pasan deprisa, sin tiempo para decir siquiera buenos días. Pero también podemos estar muy solos en medio de la familia, con los nuestros.

Para enfrentar el ocaso de la vida con dignidad, paz y serenidad, es preciso tener fe en Dios. Tener mucha fe es tener también la experiencia de la comunión íntima con Dios. Es preciso aprender a hablar con Dios y contarle lo que sucede en nuestros corazones.

Es preciso sentir, en el silencio de la soledad, la presencia de ese Dios inmutable, que fue igual ayer, es igual hoy y será igual para siempre. Esa intimidad con Dios nos ayuda a enfrentar las situaciones más difíciles y turbulentas. Nos ayuda a enfrentar el cansancio y los problemas de la vejez.

Es bueno tener a Jesús a nuestro lado en los días difíciles y solitarios de la vejez… Para no sentirse solitario, abandonado. Jesús está siempre cerca, ahí al lado…

Ildefonso Torres