Lectura de Hoy: Filipenses 4:6–7, 1 Corintios 6:19, Salmo 139:13, 16 – Versión=RVR1960
No es fácil determinar por qué las personas se suicidan. Sólo sabemos que las estadísticas indican, a pesar de ser imprecisas, que el índice de suicidios ha aumentado de manera alarmante; principalmente entre jóvenes y niños.

Por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud, en algunos países, diecisiete de cada mil habitantes cometen suicidios.

¿Por qué? ¿Será porque se sienten solitarios y tristes en medio de tanta gente; en medio de la multitud? ¿Por qué será que sienten que nadie les ama? ¿Por qué no consiguen amar a los demás? ¿Qué sucede con esas personas que terminan con sus vidas? ¿Será que la infelicidad es tan grande que no vale la pena vivir?

No es fácil encontrar una respuesta. Perder la esperanza, desistir de la lucha por la vida, puede ser también un suicidio lento y gradual.

Para llenar el vacío y recuperar la esperanza es preciso buscar a Dios. Solo así podremos encontrar fuerzas para darle nuevo sentido a la vida.

Si usted ya experimentó todo y nada le satisface, pruebe a Jesús. Solo Jesús puede devolverle la alegría de vivir.

Ildefonso Torres