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Repetimos todos los días nuestras peticiones y nuestras oraciones. Y siempre queremos que Dios nos escuche. Repetimos nuestras peticiones una, dos, decenas de veces si es necesario, porque deseamos ser atendidos. Repetimos e insistimos ante Dios.

Nuestros problemas y necesidades son urgentes, no pueden esperar. Sin embargo, en este proceso nos olvidamos de una cosa elemental: si queremos ser oídos, necesitamos también oír, escuchar a Dios. ¿Pero qué significa oír o escuchar a Dios?

Escuchar a Dios requiere esfuerzo de nuestra parte aunque Dios puede hacernos escucharle, si así lo desea. ¡Él es Soberano! Por ejemplo tenemos que creer que Dios nos ama y desea comunicarse con nosotros. Un profeta en la Biblia nos dice que “El Señor se apareció a nosotros en el pasado, diciendo: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.”. (Jeremías 31:3)

Para escuchar a Dios es  necesario la lectura, el estudio y la meditación consistente de Su Palabra viva, la Biblia. Sobre esto otro profeta bíblico llamado Isaías expresó que Dios dijo: “Mi palabra que sale de mi boca no volverá a mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié”. (Isaías 55:11)

Para escuchar a Dios hay que, con regularidad, separar tiempo solo con Él y darle toda nuestra atención. El Apóstol Mateo nos dice que Jesús, “Se fue al monte a solas para orar. Cuando llegó la noche, estaba allí solo”. (Mateo 14:23)

Para escuchar a Dios hay que abrir nuestro corazón a que Dios señale el dedo de la verdad sobre nuestro verdadero yo. En la Biblia hay un Salmo que dice: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos a ver si hay alguna manera ofensiva en mí, y guíame en el camino eterno”. (Salmo 139: 23-24)

Constantemente Dios nos habla a través de circunstancias, personas, y muy en especial a través de su palabra, la Biblia. Dios dice, por ejemplo, que nuestro amor por Él debe ser sincero. Escuchar a Dios es escuchar atentamente a los demás, teniendo en cuenta de que Dios puede estar usándolos a ellos para comunicar su mensaje personal para nosotros. “El orgullo sólo genera peleas, pero la sabiduría está con quienes oyen consejos.” (Proverbios 13:10)

Escuchar a Dios es reconocer la presencia del Espíritu Santo dentro de mí y de responder a su guía para la comunicación con los demás. Jesús dijo: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Juan 14:26)

Él nos dice también que debemos amar al prójimo como a nosotros mismos. Dios nos dice muchas cosas, pero nosotros hablamos tanto que no podemos oír su voz.

¡Si usted no está dispuesto a escuchar lo que Dios quiere decirle, no hay ninguna razón para esperar que Dios escuche lo que usted le quiere decir a Él!

Dios nos habla, Él no es sordo ni mudo, él nos oye y se comunica con nosotros. Dios nos muestra quien es él y lo que desea de nosotros.

Ildefonso Torres