Lectura de Hoy: Hebreos 2:11-18 Versión RVR1960
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Con la población más grande del mundo, China realiza un verdadero milagro cuando alimenta a tanta gente. El deseo de los gobernantes de ese país es ver que la población disminuya y no crezca. Por eso, la sociedad se preocupa en instruir a todos los habitantes sobre esta meta del gobierno: los cónyuges no deben de tener más de un hijo. Sin embargo en noviembre de 2013, después de la tercera sesión plenaria del décimo octavo Comité Central del Partido Comunista de China, anunciaron la decisión de flexibilizar la política de un solo hijo. Bajo la nueva política, las familias podrían tener dos hijos si uno de los padres es hijo único. Existen ciudades enteras en que un niño o niña no tienen un hermano o hermana. En este caso, no hay hermanos carnales sino hermanos de una misma raza, de un mismo pueblo.

De la misma manera, personas de países diferentes, que hablan lenguas diferentes, son hermanos, pues están identificados entre sí por la naturaleza humana.

Cuando Jesús tomó la forma de hombre, se convirtió en nuestro hermano. Se identificó totalmente con nosotros. El no pecó, a pesar de que fue tentado y sufrió como cualquiera de nosotros. En Jesús, Dios se convirtió en nuestro hermano. Esto escandalizó a los judíos y pareció ser una locura a los demás pueblos. Los que siempre miraban al cielo en busca de un dios; siempre le atribuyeron el brillo del relámpago, el poder del trueno, los misterios de la vida y del universo, y no podían imaginar a Dios como nuestro hermano, humano como nosotros.

En sus tentaciones y sufrimientos, usted puede contar con Jesús. ¡Él es el más allegado de nuestros hermanos!

Ildefonso Torres